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← Volver a ideasCosas que nunca me dijeron
No hace falta que diga que las directoras creativas ejecutivas somos una rareza. Encontrarte con una es casi como cruzarte con un unicornio. Pero yo nunca le he dado mucha importancia a lo que pone en mi firma. De hecho, siempre me he centrado en hacer bien mi trabajo, tener mejores ideas cada día y ser feliz con lo que hago.
Realmente nunca me había dado cuenta de la influencia que podía tener en otras mujeres hasta que me lo dijeron. Varias creativas me escribieron para decirme lo mucho que las representaba y que me había convertido en una inspiración para ellas. Me sonrojé muchísimo, pero gracias a eso empecé a tener conciencia de mi posición privilegiada y, sin que suene arrogante, desde ese día siento la obligación de aprovechar todas las oportunidades para lanzarles un mensaje. Así que hoy no se me ocurre una forma mejor de aprovechar este espacio que hacerlo por ellas.
No nos engañemos, las mujeres creativas estamos infrarrepresentadas en publicidad. Yo misma jamás tuve un referente femenino cerca durante mi carrera. Y eso es duro. No tuve la suerte de crecer bajo el liderazgo de una mujer que me ayudara a ser consciente de mis posibilidades y me motivara a ser mejor. Hoy voy a intentar decir algunas cosas que me hubiera gustado que me dijeran. Más allá de las estadísticas y los estudios sobre las mujeres creativas en publicidad, esto va de pensamientos y sentimientos.
Por ejemplo, nunca nadie me dijo que no debería ser necesario estar cualificada de más para conseguir un trabajo o un aumento o que demostrar constantemente que valgo para que me escuchen es inasumible.
Jamás me dijeron que no hacía falta ser como ellos. Que no tenía que aparcar mi feminidad, modular mi voz, cambiar mi forma de hablar o de vestir. Es decir, que no tenía que dejar de ser como soy para que me tomaran en serio.
Tampoco me dijeron que a muchos les asustaría que diera mi punto de vista si no estaba de acuerdo, que hablara antes de que hubieran hablado todos o que fuera atrevida con mis ideas. Porque eso es algo que no se espera de las mujeres y las cosas que no se esperan dan miedo.
Ojalá me hubieran dicho que ser más exigente no significa ser mejor. Que si me exijo de más solo estaré perpetuando el burn out y que las mujeres acabaremos por desaparecer de los puestos de responsabilidad porque no estaremos progresando, sino sobreviviendo.
Otra cosa que no me dijeron es que cada campaña era una oportunidad para lanzar mensajes que fomenten la igualdad. Y que más que una oportunidad es un deber que, cuando lo pones en práctica, tiene el poder de cambiar ciertos marcos mentales.
Tampoco me dijeron que me rodeara de otras mujeres fuertes que me dieran razones y apoyo para seguir adelante. Hablo de madres, amigas, compañeras y jefas. No sabía lo poderosas que somos las mujeres apoyando a otras mujeres. Como tampoco me dijeron lo importante que es tener a los hombres de nuestro lado, involucrados más allá de la conversación.
Jamás me dijeron algo tan sencillo como “cree en ti misma, sé tu prioridad, confía en tus habilidades como creativa”. Que seguramente en algún momento de mi carrera sentiría que no valgo lo suficiente, pero que tendría que cambiar ese mindset y pensar que todo iba a salir bien, porque si no lo hacía yo, nadie más iba a hacerlo.
Ojalá me hubieran dicho todas esas cosas porque es duro ver cómo tradicionalmente los hombres avanzan más rápido, llegan más lejos y reciben más atención que nosotras. Así que, en una industria dominada por hombres, tenemos la obligación de, como mujeres que lideran equipos, liderar dando ejemplo.
Soy optimista por naturaleza y estoy convencida de que el futuro va a ser mejor. Confío en una realidad en la que todas las mujeres, todas, dejen de ser penalizadas por ser mujeres. Y sé que no pararemos hasta que tengamos una representación valiosa en todos los niveles. Mientras tanto, seguiré teniendo la obligación de inspirar, apoyar y promover el talento creativo femenino como si cada día fuera 8 de marzo.
Noelia Fernández
Directora creativa ejecutiva de Ogilvy Barcelona.